Esta historia que os vengo a contar sucedió hace ya millones de años atrás. En aquellos tiempos, la vida humana era simple, ya que lo único que importaba era sobrevivir. A medida que el ser humano crecía y evolucionaba empezó a pedir ayuda a la naturaleza mediante el aprendizaje de le los animales y las plantas.
Pero esto no hubiera podido ser así sin la ayuda del Sol y
la Luna. Ambos, sintieron una inmensa intriga por saber hasta donde podrían
llegar los hombres y accedieron a darles los conocimientos de su mundo a unos
pocos para que estos los guiasen. Asombrados el Sol y la Luna por su grandiosa
manera de trabajar unidos, decidieron darles un regalo de cada uno. La Luna
hablo con sus hijas, las estrellas, para que formasen un mapa en el cielo con
el cual los humanos jamás pudiesen perderse en la oscura noche. Mientras tanto
el Sol, contemplando maravillado cual era el regalo de la Luna, decidió dar más
luz a los humanos, dando vida a sus nuevos seis hijos, para que estos nunca más
tuvieran la oscuridad. Los humanos muy agradecidos, decidieron realizar a lo
largo del año varias fiestas y levantar dos templos dedicados a los dos astros
que dominaban el cielo.
Las fiestas se sucedieron y el tiempo paso, pero los humanos
ya no salían de sus casas ni las plantas florecían por la radiante luz que
emitían los siete soles. Todo aquello que bañaban de mañana se marchitaba y
moría por el calor que parecía no irse nunca. Incluso, a pesar de ser el
momento de reinado de la Luna, la luz se colaba por los horizontes impidiendo
el descanso de los humanos y el de los seres vivos. La Luna enfadada le pidió
al Sol que durante la noche no apareciese ni él ni ninguno de sus hijos, ya que
era ella y las estrellas quienes tenían que aparecer, no la luz dorada.
Los humanos, al ver que el Sol hizo caso a las palabras de
la Luna, le pidieron auxilio para que hiciera marchar a los seis hijos del sol
o como último remedio sacrificarlos. La Luna se dirigió al Sol cuando este iba
a dar el amanecer y le dijo:
-Mi querido amigo Sol, te vengo a pedir que lleves lejos a
tus seis dorados hijos. Pues estas tierras no podrán soportar tanta luz por
mucho tiempo.
-Mi querida amiga Luna - respondió el Sol con voz prepotente
- ¿os corroe la envidia o se trata de una broma cruel? A los humanos no les he
oído queja ninguna y es más, creo aun más que tenéis envidia de mí y mis
radiantes hijos. Ya que nosotros hemos conseguido eliminar todo rastro de
oscuridad que puede hacer temer a los humanos.
La Luna se quedo petrificada al escuchar esas palabras al
Sol, por lo que respondió con voz dulce y maternal:
-¿No lo entendéis? - poso su mirada el Sol sobre Luna con un
ojo entre abierto – Ya no salen las flores, los ríos se han secado y ya no hay
árboles sobre los cuales pueda el viento tumbarse.
-No digas tonterías, con nuestra luz hemos arrancado todo el
mal y el daño que podría haberle hecho a los humanos. Tu, querida Luna, les
distes un regalo que no les sirve para nada - Luna se quedo atónita al escuchar
sus palabras - No he visto a ningún humano irse en la noche siguiendo tu mapa
estelar, un regalo inútil. En cambio yo y mis hijos les hemos dado un mundo
donde ya no hay peligros.
Con cada una de sus palabras, la Luna quedo en tal mal estar
y que se fue al templo que cariñosamente
le habían hecho los hombres para poder olvidar las horribles que le había dicho
el Sol.
Mientras la Luna lloraba, una mujer y sus dos hijos entraron
al templo y la contemplaron tan cerca como
jamás pensaron que la verían desde una distancia tan corta. Esta se dio
cuenta de que no estaba sola y miro detrás suyo y allí estaban la mujer y su
hijo mayor mirándola perplejos mientras que el más pequeño dormía entre los
brazos de su madre. Aun preocupada por las palabras del sol, se acerco con
cautela hacia ellos y les hizo una pregunta:
-Decidme vosotros, hijos de la tierra y el mar, ¿mi presente
os ha servido, os es de ayuda en la más oscura oscuridad de mi noche? – la
mujer se sobre salto al ver que la miraba, que tenía los ojos mojados y hablaba
con ella en aquel lugar que se había vuelto tan mágico - ¿Mis hijos os conducen
por buenos caminos cuando la radiante luz del Sol y sus hijos ya no están?-
La mujer tomo aire pero antes de que ella pudiera darle una
respuesta, su hijo mayor hablo:
-Señora Luna, ¿por qué lloras si eres buena y hermosa?
¿Alguien ha dicho que no le gusta vuestro regalo? Me es raro ya que todos los
del pueblo siempre que se oculta el sol, salimos y nos tumbamos en la ardiente
tierra para ponernos a mirar a vuestros hijos en el cielo.
-¿Hacéis eso de verdad? ¿Mi presente no os es inútil?
Intervino la madre:
- Por supuesto que es verdad querida Luna. Nos permite
descansar del sol, confiamos en ti y en tus estrellas para protegernos por eso
acudimos a ti para solucionar el problema con el Sol y sus hijos. Sabemos que
tú encontraras una solución ya que nosotros no tenemos los medios y tememos la
ira del Sol.
La Luna dejo de brotar sus lágrimas y sonrió de alivio y
felicidad tras escuchar sus palabras. Miro fijamente al pequeño que sostenía y
cuando estuvo delante de él, lo acaricio y comprobó que la vida de aquel niño
no iba a ser muy larga. Miro a la madre preocupada y sin tener que decirle nada
esta le dijo: - Se que a mi pequeño hijo no le queda mucha vida, vine a pediros
ayuda, a que le dieseis una vida más larga para que pudiese verle crecer un
poco más.
-Mi joven humana, yo no tengo el poder de sanar, solo puede
hacerlo la tierra. Pero dado que el Sol la ha secado, dudo que pueda yo hacer
nada por él. – La mujer se echo a llorar- A menos que...
-¿A menos qué Luna? ¿Existe alguna solución?
-Sí, pero no creo que sea de vuestro agrado.
-¿De qué se trata?, haré cualquier cosa por mi hijo- se hizo
un silencio frío durante unos pocos segundos – Cualquier cosa Luna, cualquier
cosa.
-Hija de la tierra y el mar, ¿estaríais dispuesta a darme
vuestro hijo para que fuera hijo mío? – A la madre se le pusieron los ojos como
platos y el rostro se le volvió tan sombrío como la noche - ¿Estaríais
dispuesta a que vuestro hijo viviera eternamente junto a los míos en el cielo
de la noche?
La madre asintió temblorosa, abrazo con fuerza a su hijo y
se le entrego a Luna, esta lo miro y lo envolvió en la luz de su capa blanca de
plata. El dulce niño se volvió tan
brillante como ella, abrió los ojos y mirando a la que fue su madre le dijo
alegremente “Mamá, te quiero”
La madre se echo a llorar en cuanto su hijo empezó a
desvanecerse. La Luna comprendía aquel dolor, todas sus hijas eran todo el amor
que ella podía dar y tener. Eran su luz y entendía que aquel pequeño era la luz
que guiaba a su madre, por lo que la abrazo y en un susurro le dijo: “Tu hijo
no solo será tu guía, sino también será la de los demás. Sera aquella luz que
cuando camines sabrás en todo momento donde estarás”. La mujer se lo agradeció
prometiéndole volver al templo con las primeras flores que salieran tras
conseguir haber un único Sol y que siempre vendría a cuidarlo y protegerlo. Con
una sonrisa se despido de la Luna, sabía que no la iba a volver a ver, y el
otro niño que quedaba se quedo unos pocos segundos mirando a la Luna con rostro
agradecido y se fue tras su madre.
Tras desaparecer por completo la imagen de la mujer y su
hijo se pregunto si el Sol sentiría ese mismo amor por sus hijos. Y decidió ver
el Sol en cuanto saliese.
No tuvo que esperar mucho, pues al poco de salir del templo
ya salió el primer rayo abrasador del Sol y sus hijos y vio como todos los
humanos se resguardaban apresuradamente y entre gritos en sus casas. El rostro
de la Luna se volvió desafiante y ante la mirada de los pocos hombres que
corrían aterrados hacía sus casas se dirigió al cielo para ir a dar con el sol, pero decidió en el último segundo
regresar con sus hijas y presentarles al nuevo hijo del cielo.
El día paso con el ardor de los siete soles, al rey Sol se
le veía tranquilo y despreocupado, iba de los últimos y más alejados a pesar de
ser el que inició la mañana. Al momento de que dejase paso al reinado de la
Luna, esta tuvo una idea. Escondió a todos sus hijos tras las pocas nubes que
se disipaban y llamó al rey sol.
-Sol, te veo muy feliz en tu nueva vida con tus hijos.
-Así es Luna. Desde que tengo a mis hijos vivo más
despreocupado de que mi luz no llegue a todas partes, con ellos la luz bañara
todas las tierras.
-Es cierto, de hecho ellos al ser más jóvenes irradian más
luz que tu, también se deberá a eso. Una luz de juventud, como la que tú
tuviste en tus tiempos.
La mirada del Sol fue desconcertante y contesto a la Luna: -
¿Qué queréis decir con una juventud que yo tuve en mis tiempos? Yo aun sigo
siendo el rey Sol del cielo e irradio la mima luz.
-Nadie lo diría mi querido amigo Sol. Te vi al salir esta
nueva mañana pero el resto del día solo podía contemplar los rayos de tus
hijos, hasta ahora que vi que estabas más atrás. Si no os hubierais presentado
el día sería igual de radiante que los demás por ayuda de vuestros hijos.
-Dejaos de bromas Luna, si lo que intentáis es hacerme
enfadar poco a poco lo conseguís.
-Sol. Vengo a preveniros. Sobre lo que os puede o no ocurrir
si no me escucháis con claridad.
-¿A qué os referís?
-Antes de responderos quiero que miréis a mí alrededor,
¿alguien me acompaña en mi noche?
-Puedo contemplar que no os acompaña nadie. ¿Y vuestras
hijas? ¿Dónde están?
La Luna bajo la mirada a su vientre y dejo que se hiciese un
silencio tan cortante que podría cortar hasta el más fino de los pelos. Hasta
que levanto la cara y miro con cara de superioridad al Sol.
-Sigues sin entenderlo. He devorado a mis hijas, a todas, y
ahora soy quien más brilla en la noche. - Cierto era, pues la dulce luz blanca
de la noche era quien empezaba a bañar la tierra.
-Pero... ¿Cómo? ¡¿Por qué?!
-Teníais razón, os tenía envidia y mi regalo no era el mejor
para los humanos, así que quien mejor que yo misma para ayudar a encaminar a
los hombres en la oscuridad de mi noche.
-Sigo sin saber porque lo habéis hecho, ¿no amabais a
vuestras hijas?
-Claro que las amaba y ahora las amo dentro de mi vientre.
Ahora yo podre vivir eternamente, mi fuerza vuelve a ser la de antaño y yo soy
el mejor regalos para los humanos.
En ese momento empezaron a salir en la oscuridad de la noche
los humanos y se tumbaron en el suelo mirando al cielo sonriendo. El Sol se
quedo horrorizado, todos miraban a la Luna, solo la miraban a ella y solo la
amaban a ella.
-Y bien Sol. ¿Qué harás con tus hijos? ¿Dejaras que ellos te
devoren y te quiten tu reinado o te los comerás al igual que yo hice con las
mías?
Sin responder, el Sol se fue corriendo tras sus hijos, y la
Luna pidió a sus hijas que siguieran escondidos entre las nubes hasta que ella
lo dijera.
La Luna recorrió el oscuro cielo con su brillante luz, ante
la atenta mirada de los humanos mientras bailaban, hablaban y cantaban
canciones sobre ella. Nunca se había sentido tan querida, aparte de por sus
hijas pero este era un cariño tan distinto que quiso que al menos una parte de
ellos también fueran hijos suyos. Hablo con la tierra y el mar mientras ella
caminaba y les pidió que le dejasen a su cuidado las almas de los hombres, para
que siempre pudiesen ver a sus hijos y familias desde lo más alto, para que ver
el motivo por el cual han vivido. Y así fue, la tierra y el mar aceptaron
permitir a la Luna ser la madre de las almas de los hombres cuando estos hayan
terminado su vida en la tierra.
El Sol, mientras tanto, llamo a sus seis hijos y les hablo:
-Hijos míos, la Luna ahora mismo acaba de ganarse el corazón
de todos los hombres y mi poder al parecer ha decaído. Y no pienso permitir que
esa perla blanca de la noche me gane a mí, el rey Sol - Todos sus hijos
asintieron ante las palabras de su padre – Y al parecer la Luna ha ganado más
poder y vuelve a tener la misma fuerza de cuando aparecimos en este mundo. Así
que, sin alargar más esta reunión, os voy a devorar - Al mencionar esas últimas
palabras, el Sol se hizo con una espada de fuego y con los rostros de sorpresa
los decapito a todos. Durante el día, la luz que se emanaba empezó a consumirse
hasta solo quedar la luz del Sol.
El Sol lo había logrado, ahora solo brillaba él y su luz lo
cubría todo por igual. Se sentía mejor, más poderoso y muchos millones de años
más joven. ¿Tendría razón la Luna? Este decidió averiguarlo en cuanto esta fue
a asomarse para dar el inicio de la noche.
Luna aun seguía sola, solo era ella y la noche, brillando
ente la oscuridad, pero Sol era la luz misma, era quien vivía en la luz y daba
luz. Luna lo vio, estaba el solo y se le acerco:
-¿Y tus hijos Sol? ¿Ya se fueron?
-Je je, no digas bobadas. He hecho lo mismo que tu pequeña e
insignificante perlita. Ahora soy yo quien brilla más en este cielo, ya no
puedes hacer nada para ganarte el amor de los humanos. Ya que al igual que tú
devore mi regalo, por consiguiente a mis hijos.
Luna no podía dar crédito, el Sol parecía decirlo en serio,
realmente se había vuelto loco si se comió a sus propios hijos tan solo por
tener poder y preferencia sobre los hombres.
-¿Entonces, Sol, tu eres el único rey astral que hay no es
así? ¿Realmente te has comido a tus hijos sin más?
-Sin más no querida Luna. Antes tuve que decapitarlos para
poder comérmelos tranquilamente, sino me hubiera sido mucho trabajo perseguir a
mis hijos.
El rostro de la Luna palideció y contemplo su cruel
realidad, un Sol ansioso de poder sin escrúpulos y que se había vuelto loco. Su rostro ya no
transmitía alegría y paz, ahora solo era fuego y luz. Con los ojos abiertos de par
en par y una mirada perdida le pregunto a la Luna:
-¿Qué pasó pequeña Luna? ¿Ya no eres tan fuerte, verdad?
-Sol...- Tomo un soplo de aire – Tienes razón, ya no soy tan
fuerte. Tú iluminas el mundo con tu cálida luz dorada.
Con un rostro de soberbia, el Sol se fue. Y Luna les dijo a
sus hijas que volvieran a aparecer, quería abrazarlas pues aquel amigo que
siempre conoció acabó con los propios hijos que el creo, mientras que ella tuvo
que engañar para que aquellos que amaba siguieran con vida. La Luna nunca se
había sentido tan triste por conocer tal terrible acontecimiento y que ella
misma lo hubiera provocado.
De entre la noche, se escucharon unos cantos que provenían
del templo que le hicieron los hombres. Se acerco solo un poco para ver y ahí
estaba aquella madre que le dio su hijo moribundo. Tal y como la prometió le
llevo la primera flor que salió tras haber un único Sol en el cielo. La mujer
alzo la vista hacia arriba y dijo a modo de oración:
-Oh querida Luna, tú que nos has traído la paz. Sabemos que
ahora eres tu quien lleva un gran peso tras conseguir que haya un único Sol en
el cielo, es por eso que desde el día de hoy hasta pasado un año llevaremos
sobre nosotros tres piedras en cada hombre, como símbolo de la caída de los 6
hijos de Sol. Te damos las gracias por tu valentía y sabiduría, por ser nuestro
sol en la noche. Gracias querida Luna.
La Luna agradeció a la mujer y a los hombres sus gestos y
palabras con un rayo de luz transparente pero tan brillante como un baño de
plata.
La llegada del Sol era próxima y la Luna pidió que sus hijos
se escondieran una vez más, pero sin darse cuenta, una pequeña y distraída
estrella no se dio cuenta y continúo en el cielo. Para cuando se dio cuenta ya
era demasiado tarde.
-¡LUNA! ¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?! ¡TE HABÍAS COMIDO A TUS HIJOS
PARA SER EL ASTRAL MÁS BRILLANTE Y ME ENCUENTRO CON QUE UNO DE TUS HIJOS NO TE
LO HAS COMIDO!
-Sol no es lo que crees, es solo que... - la Luna ya estaba
cansada y decidió decirle la verdad- Te diré la verdad Sol. No me he comido a
mis hijas – el rostro de Sol parecía como un cristal roto al escuchar
semejantes palabras- la verdad es que las escondí para que tú te deshicieses de
tus hijos.
-¡¿CÓMO DICES LUNA?! ¡¡ME MENTISTE!! TU ME DIJISTE QUE
DEVORASTE A TUS HIJAS Y ES MENTIRA. ¡¡ACABARE CONTIGO ASESINA!!
-Yo no soy ninguna asesina. Tú has acabado con más humanos
por tu egoísta regalo. Por querer llamar más la atención y querer dar el regalo
más grotesco sin pensar en los humanos.
-¡NO ME VENGAS CON TONTERÍAS LUNA! ¡HAS HECHO QUE MATE A MIS
HIJOS, ME HAS ENGAÑADO!
-Por lo que veo entonces te importaban.
-JAJAJAJAJAJAJA –soltó una inmensa carcajada el Sol que hizo
que temblara toda la tierra- NO ME HAGAS REÍR, SOLO LOS TUVE PARA DEMOSTRAR MI
PODER, MI GRAN PODER.
-Sol... - al ver que no podía hacerle ver lo que le
pretendía decir, la Luna decidió decirle sus últimas palabras pues sabía que
comenzaría una persecución y ella no estaba dispuesta a ser alcanzada – Algún
día entenderás porqué lo hice...
Desde ese entonces el Sol, en su afán por acabar con la
Luna, la perdigue día tras día mientras esta huye de él y alguna que otra vez
decide enfrentarse con el haciendo que el día sea noche para hacerle ver el mal
que él hizo al tener seis hijos soles.
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