domingo, 29 de diciembre de 2013

Segundo Relato: El sol y la luna


Esta historia que os vengo a contar sucedió hace ya millones de años atrás. En aquellos tiempos, la vida humana era simple, ya que lo único que importaba era sobrevivir. A medida que el ser humano crecía y evolucionaba empezó a pedir ayuda a la naturaleza mediante el aprendizaje de le los animales y las plantas.
Pero esto no hubiera podido ser así sin la ayuda del Sol y la Luna. Ambos, sintieron una inmensa intriga por saber hasta donde podrían llegar los hombres y accedieron a darles los conocimientos de su mundo a unos pocos para que estos los guiasen. Asombrados el Sol y la Luna por su grandiosa manera de trabajar unidos, decidieron darles un regalo de cada uno. La Luna hablo con sus hijas, las estrellas, para que formasen un mapa en el cielo con el cual los humanos jamás pudiesen perderse en la oscura noche. Mientras tanto el Sol, contemplando maravillado cual era el regalo de la Luna, decidió dar más luz a los humanos, dando vida a sus nuevos seis hijos, para que estos nunca más tuvieran la oscuridad. Los humanos muy agradecidos, decidieron realizar a lo largo del año varias fiestas y levantar dos templos dedicados a los dos astros que dominaban el cielo.
Las fiestas se sucedieron y el tiempo paso, pero los humanos ya no salían de sus casas ni las plantas florecían por la radiante luz que emitían los siete soles. Todo aquello que bañaban de mañana se marchitaba y moría por el calor que parecía no irse nunca. Incluso, a pesar de ser el momento de reinado de la Luna, la luz se colaba por los horizontes impidiendo el descanso de los humanos y el de los seres vivos. La Luna enfadada le pidió al Sol que durante la noche no apareciese ni él ni ninguno de sus hijos, ya que era ella y las estrellas quienes tenían que aparecer, no la luz dorada.
Los humanos, al ver que el Sol hizo caso a las palabras de la Luna, le pidieron auxilio para que hiciera marchar a los seis hijos del sol o como último remedio sacrificarlos. La Luna se dirigió al Sol cuando este iba a dar el amanecer y le dijo:
-Mi querido amigo Sol, te vengo a pedir que lleves lejos a tus seis dorados hijos. Pues estas tierras no podrán soportar tanta luz por mucho tiempo.
-Mi querida amiga Luna - respondió el Sol con voz prepotente - ¿os corroe la envidia o se trata de una broma cruel? A los humanos no les he oído queja ninguna y es más, creo aun más que tenéis envidia de mí y mis radiantes hijos. Ya que nosotros hemos conseguido eliminar todo rastro de oscuridad que puede hacer temer a los humanos.
La Luna se quedo petrificada al escuchar esas palabras al Sol, por lo que respondió con voz dulce y maternal:
-¿No lo entendéis? - poso su mirada el Sol sobre Luna con un ojo entre abierto – Ya no salen las flores, los ríos se han secado y ya no hay árboles sobre los cuales pueda el viento tumbarse.
-No digas tonterías, con nuestra luz hemos arrancado todo el mal y el daño que podría haberle hecho a los humanos. Tu, querida Luna, les distes un regalo que no les sirve para nada - Luna se quedo atónita al escuchar sus palabras - No he visto a ningún humano irse en la noche siguiendo tu mapa estelar, un regalo inútil. En cambio yo y mis hijos les hemos dado un mundo donde ya no hay peligros.
Con cada una de sus palabras, la Luna quedo en tal mal estar y que se fue  al templo que cariñosamente le habían hecho los hombres para poder olvidar las horribles que le había dicho el Sol.
Mientras la Luna lloraba, una mujer y sus dos hijos entraron al templo y la contemplaron tan cerca como  jamás pensaron que la verían desde una distancia tan corta. Esta se dio cuenta de que no estaba sola y miro detrás suyo y allí estaban la mujer y su hijo mayor mirándola perplejos mientras que el más pequeño dormía entre los brazos de su madre. Aun preocupada por las palabras del sol, se acerco con cautela hacia ellos y les hizo una pregunta:
-Decidme vosotros, hijos de la tierra y el mar, ¿mi presente os ha servido, os es de ayuda en la más oscura oscuridad de mi noche? – la mujer se sobre salto al ver que la miraba, que tenía los ojos mojados y hablaba con ella en aquel lugar que se había vuelto tan mágico - ¿Mis hijos os conducen por buenos caminos cuando la radiante luz del Sol y sus hijos ya no están?-
La mujer tomo aire pero antes de que ella pudiera darle una respuesta, su hijo mayor hablo:
-Señora Luna, ¿por qué lloras si eres buena y hermosa? ¿Alguien ha dicho que no le gusta vuestro regalo? Me es raro ya que todos los del pueblo siempre que se oculta el sol, salimos y nos tumbamos en la ardiente tierra para ponernos a mirar a vuestros hijos en el cielo.
-¿Hacéis eso de verdad? ¿Mi presente no os es inútil?
Intervino la madre:
- Por supuesto que es verdad querida Luna. Nos permite descansar del sol, confiamos en ti y en tus estrellas para protegernos por eso acudimos a ti para solucionar el problema con el Sol y sus hijos. Sabemos que tú encontraras una solución ya que nosotros no tenemos los medios y tememos la ira del Sol.
La Luna dejo de brotar sus lágrimas y sonrió de alivio y felicidad tras escuchar sus palabras. Miro fijamente al pequeño que sostenía y cuando estuvo delante de él, lo acaricio y comprobó que la vida de aquel niño no iba a ser muy larga. Miro a la madre preocupada y sin tener que decirle nada esta le dijo: - Se que a mi pequeño hijo no le queda mucha vida, vine a pediros ayuda, a que le dieseis una vida más larga para que pudiese verle crecer un poco más.
-Mi joven humana, yo no tengo el poder de sanar, solo puede hacerlo la tierra. Pero dado que el Sol la ha secado, dudo que pueda yo hacer nada por él. – La mujer se echo a llorar- A menos que...
-¿A menos qué Luna? ¿Existe alguna solución?
-Sí, pero no creo que sea de vuestro agrado.
-¿De qué se trata?, haré cualquier cosa por mi hijo- se hizo un silencio frío durante unos pocos segundos – Cualquier cosa Luna, cualquier cosa.
-Hija de la tierra y el mar, ¿estaríais dispuesta a darme vuestro hijo para que fuera hijo mío? – A la madre se le pusieron los ojos como platos y el rostro se le volvió tan sombrío como la noche - ¿Estaríais dispuesta a que vuestro hijo viviera eternamente junto a los míos en el cielo de la noche?
La madre asintió temblorosa, abrazo con fuerza a su hijo y se le entrego a Luna, esta lo miro y lo envolvió en la luz de su capa blanca de plata.  El dulce niño se volvió tan brillante como ella, abrió los ojos y mirando a la que fue su madre le dijo alegremente “Mamá, te quiero”
La madre se echo a llorar en cuanto su hijo empezó a desvanecerse. La Luna comprendía aquel dolor, todas sus hijas eran todo el amor que ella podía dar y tener. Eran su luz y entendía que aquel pequeño era la luz que guiaba a su madre, por lo que la abrazo y en un susurro le dijo: “Tu hijo no solo será tu guía, sino también será la de los demás. Sera aquella luz que cuando camines sabrás en todo momento donde estarás”. La mujer se lo agradeció prometiéndole volver al templo con las primeras flores que salieran tras conseguir haber un único Sol y que siempre vendría a cuidarlo y protegerlo. Con una sonrisa se despido de la Luna, sabía que no la iba a volver a ver, y el otro niño que quedaba se quedo unos pocos segundos mirando a la Luna con rostro agradecido y se fue tras su madre.
Tras desaparecer por completo la imagen de la mujer y su hijo se pregunto si el Sol sentiría ese mismo amor por sus hijos. Y decidió ver el Sol en cuanto saliese.
No tuvo que esperar mucho, pues al poco de salir del templo ya salió el primer rayo abrasador del Sol y sus hijos y vio como todos los humanos se resguardaban apresuradamente y entre gritos en sus casas. El rostro de la Luna se volvió desafiante y ante la mirada de los pocos hombres que corrían aterrados hacía sus casas se dirigió al cielo para ir a dar con  el sol, pero decidió en el último segundo regresar con sus hijas y presentarles al nuevo hijo del cielo.
El día paso con el ardor de los siete soles, al rey Sol se le veía tranquilo y despreocupado, iba de los últimos y más alejados a pesar de ser el que inició la mañana. Al momento de que dejase paso al reinado de la Luna, esta tuvo una idea. Escondió a todos sus hijos tras las pocas nubes que se disipaban y llamó al rey sol.
-Sol, te veo muy feliz en tu nueva vida con tus hijos.
-Así es Luna. Desde que tengo a mis hijos vivo más despreocupado de que mi luz no llegue a todas partes, con ellos la luz bañara todas las tierras.
-Es cierto, de hecho ellos al ser más jóvenes irradian más luz que tu, también se deberá a eso. Una luz de juventud, como la que tú tuviste en tus tiempos.
La mirada del Sol fue desconcertante y contesto a la Luna: - ¿Qué queréis decir con una juventud que yo tuve en mis tiempos? Yo aun sigo siendo el rey Sol del cielo e irradio la mima luz.
-Nadie lo diría mi querido amigo Sol. Te vi al salir esta nueva mañana pero el resto del día solo podía contemplar los rayos de tus hijos, hasta ahora que vi que estabas más atrás. Si no os hubierais presentado el día sería igual de radiante que los demás por ayuda de vuestros hijos.
-Dejaos de bromas Luna, si lo que intentáis es hacerme enfadar poco a poco lo conseguís.
-Sol. Vengo a preveniros. Sobre lo que os puede o no ocurrir si no me escucháis con claridad.
-¿A qué os referís?
-Antes de responderos quiero que miréis a mí alrededor, ¿alguien me acompaña en mi noche?
-Puedo contemplar que no os acompaña nadie. ¿Y vuestras hijas? ¿Dónde están?
La Luna bajo la mirada a su vientre y dejo que se hiciese un silencio tan cortante que podría cortar hasta el más fino de los pelos. Hasta que levanto la cara y miro con cara de superioridad al Sol.
-Sigues sin entenderlo. He devorado a mis hijas, a todas, y ahora soy quien más brilla en la noche. - Cierto era, pues la dulce luz blanca de la noche era quien empezaba a bañar la tierra.
-Pero... ¿Cómo? ¡¿Por qué?!
-Teníais razón, os tenía envidia y mi regalo no era el mejor para los humanos, así que quien mejor que yo misma para ayudar a encaminar a los hombres en la oscuridad de mi noche.
-Sigo sin saber porque lo habéis hecho, ¿no amabais a vuestras hijas?
-Claro que las amaba y ahora las amo dentro de mi vientre. Ahora yo podre vivir eternamente, mi fuerza vuelve a ser la de antaño y yo soy el mejor regalos para los humanos.
En ese momento empezaron a salir en la oscuridad de la noche los humanos y se tumbaron en el suelo mirando al cielo sonriendo. El Sol se quedo horrorizado, todos miraban a la Luna, solo la miraban a ella y solo la amaban a ella.
-Y bien Sol. ¿Qué harás con tus hijos? ¿Dejaras que ellos te devoren y te quiten tu reinado o te los comerás al igual que yo hice con las mías?
Sin responder, el Sol se fue corriendo tras sus hijos, y la Luna pidió a sus hijas que siguieran escondidos entre las nubes hasta que ella lo dijera.
La Luna recorrió el oscuro cielo con su brillante luz, ante la atenta mirada de los humanos mientras bailaban, hablaban y cantaban canciones sobre ella. Nunca se había sentido tan querida, aparte de por sus hijas pero este era un cariño tan distinto que quiso que al menos una parte de ellos también fueran hijos suyos. Hablo con la tierra y el mar mientras ella caminaba y les pidió que le dejasen a su cuidado las almas de los hombres, para que siempre pudiesen ver a sus hijos y familias desde lo más alto, para que ver el motivo por el cual han vivido. Y así fue, la tierra y el mar aceptaron permitir a la Luna ser la madre de las almas de los hombres cuando estos hayan terminado su vida en la tierra.
El Sol, mientras tanto, llamo a sus seis hijos y les hablo:
-Hijos míos, la Luna ahora mismo acaba de ganarse el corazón de todos los hombres y mi poder al parecer ha decaído. Y no pienso permitir que esa perla blanca de la noche me gane a mí, el rey Sol - Todos sus hijos asintieron ante las palabras de su padre – Y al parecer la Luna ha ganado más poder y vuelve a tener la misma fuerza de cuando aparecimos en este mundo. Así que, sin alargar más esta reunión, os voy a devorar - Al mencionar esas últimas palabras, el Sol se hizo con una espada de fuego y con los rostros de sorpresa los decapito a todos. Durante el día, la luz que se emanaba empezó a consumirse hasta solo quedar la luz del Sol.
El Sol lo había logrado, ahora solo brillaba él y su luz lo cubría todo por igual. Se sentía mejor, más poderoso y muchos millones de años más joven. ¿Tendría razón la Luna? Este decidió averiguarlo en cuanto esta fue a asomarse para dar el inicio de la noche.
Luna aun seguía sola, solo era ella y la noche, brillando ente la oscuridad, pero Sol era la luz misma, era quien vivía en la luz y daba luz. Luna lo vio, estaba el solo y se le acerco:
-¿Y tus hijos Sol? ¿Ya se fueron?
-Je je, no digas bobadas. He hecho lo mismo que tu pequeña e insignificante perlita. Ahora soy yo quien brilla más en este cielo, ya no puedes hacer nada para ganarte el amor de los humanos. Ya que al igual que tú devore mi regalo, por consiguiente a mis hijos.
Luna no podía dar crédito, el Sol parecía decirlo en serio, realmente se había vuelto loco si se comió a sus propios hijos tan solo por tener poder y preferencia sobre los hombres.
-¿Entonces, Sol, tu eres el único rey astral que hay no es así? ¿Realmente te has comido a tus hijos sin más?
-Sin más no querida Luna. Antes tuve que decapitarlos para poder comérmelos tranquilamente, sino me hubiera sido mucho trabajo perseguir a mis hijos.
El rostro de la Luna palideció y contemplo su cruel realidad, un Sol ansioso de poder sin escrúpulos  y que se había vuelto loco. Su rostro ya no transmitía alegría y paz, ahora solo era fuego y luz. Con los ojos abiertos de par en par y una mirada perdida le pregunto a la Luna:
-¿Qué pasó pequeña Luna? ¿Ya no eres tan fuerte, verdad?
-Sol...- Tomo un soplo de aire – Tienes razón, ya no soy tan fuerte. Tú iluminas el mundo con tu cálida luz dorada.
Con un rostro de soberbia, el Sol se fue. Y Luna les dijo a sus hijas que volvieran a aparecer, quería abrazarlas pues aquel amigo que siempre conoció acabó con los propios hijos que el creo, mientras que ella tuvo que engañar para que aquellos que amaba siguieran con vida. La Luna nunca se había sentido tan triste por conocer tal terrible acontecimiento y que ella misma lo hubiera provocado.
De entre la noche, se escucharon unos cantos que provenían del templo que le hicieron los hombres. Se acerco solo un poco para ver y ahí estaba aquella madre que le dio su hijo moribundo. Tal y como la prometió le llevo la primera flor que salió tras haber un único Sol en el cielo. La mujer alzo la vista hacia arriba y dijo a modo de oración:
-Oh querida Luna, tú que nos has traído la paz. Sabemos que ahora eres tu quien lleva un gran peso tras conseguir que haya un único Sol en el cielo, es por eso que desde el día de hoy hasta pasado un año llevaremos sobre nosotros tres piedras en cada hombre, como símbolo de la caída de los 6 hijos de Sol. Te damos las gracias por tu valentía y sabiduría, por ser nuestro sol en la noche. Gracias querida Luna.
La Luna agradeció a la mujer y a los hombres sus gestos y palabras con un rayo de luz transparente pero tan brillante como un baño de plata.
La llegada del Sol era próxima y la Luna pidió que sus hijos se escondieran una vez más, pero sin darse cuenta, una pequeña y distraída estrella no se dio cuenta y continúo en el cielo. Para cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
-¡LUNA! ¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?! ¡TE HABÍAS COMIDO A TUS HIJOS PARA SER EL ASTRAL MÁS BRILLANTE Y ME ENCUENTRO CON QUE UNO DE TUS HIJOS NO TE LO HAS COMIDO!
-Sol no es lo que crees, es solo que... - la Luna ya estaba cansada y decidió decirle la verdad- Te diré la verdad Sol. No me he comido a mis hijas – el rostro de Sol parecía como un cristal roto al escuchar semejantes palabras- la verdad es que las escondí para que tú te deshicieses de tus hijos.
-¡¿CÓMO DICES LUNA?! ¡¡ME MENTISTE!! TU ME DIJISTE QUE DEVORASTE A TUS HIJAS Y ES MENTIRA. ¡¡ACABARE CONTIGO ASESINA!!
-Yo no soy ninguna asesina. Tú has acabado con más humanos por tu egoísta regalo. Por querer llamar más la atención y querer dar el regalo más grotesco sin pensar en los humanos.
-¡NO ME VENGAS CON TONTERÍAS LUNA! ¡HAS HECHO QUE MATE A MIS HIJOS, ME HAS ENGAÑADO!
-Por lo que veo entonces te importaban.
-JAJAJAJAJAJAJA –soltó una inmensa carcajada el Sol que hizo que temblara toda la tierra- NO ME HAGAS REÍR, SOLO LOS TUVE PARA DEMOSTRAR MI PODER, MI GRAN PODER.
-Sol... - al ver que no podía hacerle ver lo que le pretendía decir, la Luna decidió decirle sus últimas palabras pues sabía que comenzaría una persecución y ella no estaba dispuesta a ser alcanzada – Algún día entenderás porqué lo hice...

Desde ese entonces el Sol, en su afán por acabar con la Luna, la perdigue día tras día mientras esta huye de él y alguna que otra vez decide enfrentarse con el haciendo que el día sea noche para hacerle ver el mal que él hizo al tener seis hijos soles.


No hay comentarios:

Publicar un comentario