miércoles, 15 de mayo de 2013

Porque la noche es oscura y alberga deseos


En una cálida noche, donde los sueños se dejaban ver, una sonrisa se deslizó por su piel dejando paso a un sin fin de posibilidades. Mirada tras mirada, una chispa saltaba hacía sus coloridos labios dando a entender un Sí.
La habitación ardía de deseos y los corazones comenzaron a latir como si fueran tambores. Una mano se deslizó hacia aquel cuerpo inmóvil que temblaba por lo que iba a pasar. Las respiraciones eran lentas y suaves como la seda,  mientras que un susurro de sus nombres en el silencio les ayudaba a recuperar el aliento. En sus ojos se perdían y no sabían cómo continuar su aventura.

Miles de escalofríos recorrían sus cuerpos jóvenes  delatando la atracción que sentían. Sus labios eran su perdición, no podía resistir su sabor y su ligereza. Eran el pecado original, rojos como la sangre, brillantes como el rubí y hermosos como una rosa. El tiempo lo hizo suyo y camino hacia ellos sin preocupación, sabía que lo amaba y que lo acogería con ternura. Como si fuera de cristal, sobre sus mejillas dejó posar sus manos mientras cegaba su vista para solo dejar a su tacto y su sabor ser las protagonistas de ese estelar momento.


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