Pero mis ojos solo responden ante él y no se pueden cerrar,
Ni un mal día puede evitan que mire su esplendor tal y como
es.
Pero igualmente me afecta, pues su luz apenas se aprecia de
verdad.
La sigo viendo y no cierro los ojos. No me duelen los ojos,
no.
Sigo sin entender porque no estoy ciega ya, parece que su
luz es mía
y que yo soy suya. Piezas de un puzle que se encuentran cada
mañana.
Me hablaras y me confesaras tu brillo. ¿Me duelen los ojos?
No...
Siempre estoy en el mismo lugar, mirando a aquel sol repleto
de luz.
Me da esperanzas, me da calor, me da vida. Igual que a una
flor.
La lluvia también es mía, es diferente de tu reflejo lleno
de amor.
Trae lágrimas con forma de corazón por donde pasa tu luz.
Caen sin cesar sobre mí y no dudo en recogerlas. ¿Serán
tuyas?
No tengas pena, yo las recogeré por ti. Una a una en mis
manos
Y las convertiré en abalorios para poder llevarlas en forma
de joyas,
Así yo recordare aquello que sientes y que sentí antes de
verte.
Quizás pienses que son cadenas, quizás quieras quitármelas.
No lo hagas, son recuerdos. Y sin recuerdos no puedo
caminar.
Mis piernas caerían tras cada piedra y llegaría el día que
no podría levantarme.
Tú recuerdas tras las nubes, yo recuerdo con las lágrimas.
Con cada gota poco a poco puedo por el cielo caminar.
Y así mirar con más claridad. Sigo sin cerrar mis ojos y lo
haré eternamente.
Mi cuerpo está lleno de lágrimas, por más gotas que caigan
yo seguiré igual.
Mirándote con mis ojos de mil colores, sintiendo tu calor.
¿Me contemplaras igual que te contemplo yo a ti, sol? Tu luz
brilla
y me la das para mí. Yo te regalo mis perlas, mi espuma y mi
reflejo.
No son tan luminosas como tú, pero deseo que las tengas.
Sobre tu cuello las llevas y te hace ser el rey, pero eres
rey por ti mismo.
Te miro y observo deseando poder seguir contemplándote.
No cierro mis ojos, y mi corazón se llena con cada destello,
con cada sonrisa cargada de calor.
Camino sin fin hacía ti para no dejar de mirar tu luz. Sin descanso y recordando cada lágrima que cae.
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