domingo, 15 de abril de 2012

Un diminuto punto


Que insignificante somos las personas,
pequeñas motas de polvo 
sumergidas en la marea del cosmos.

Cabalgamos en un sinfín de emociones,
que nos devuelven a nuestro entonces.

Un entonces donde la felicidad era esencial
y la vida iluminaba cada esquina de forma especial.

Las tres gracias bailaban sin descanso en el olivar,
deseando que el tiempo trajera más vigor al lugar.

Saltando por los prados extensos del edén,
la gravedad destacaba por su ausencia entre el desorden
y la sombra que por tal iluminación mi alma pide.

Hemos nacido para morir, 
pero fuimos creados para ser felices y vivir.

Igualmente, somos pequeños puntos.
Unidos en un mismo pentagrama,
para crear una música celestial en armonía todos unidos.



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