viernes, 29 de junio de 2012

El hierro forjado


A lo largo de una vida, uno va moldeando su personalidad, sus contactos y su vida, por lo que podríamos considerarnos como guerreros de nuestro destino. "La vida es dura" y por ello hay que luchar, aunque hay momentos en los que lo ordinario y el casación nos puede más que las ansias de luchar o que la lucha es en vano.


Desde pequeños nuestros padres nos enseñas a luchar contra las pequeñas adversidades: una caída, un susto, una pelea, un berrinche, etcétera; convirtiéndonos así en exploradores. ¿Por qué en exploradores? Porque estamos en la edad de observar, conocer y aprender, una edad algo complicada ya que no aprendemos las cosas a la primera, ni a la segunda ni a la tercera,... nos cuesta aprender y acordarnos puesto que somos unos monstruitos cuya batería nunca acaba hasta la hora de dormir. Podríamos representarnos como un plebeyo, es decir, no conocemos nada y carecemos de los privilegios de salirnos con la nuestra porque andan mamá, papá o nuestro/a hermano/a detrás nuestro para decirnos que si y que no podemos hacer, ya que no llevamos protección ninguna contra los peligros que se nos afronta en la sociedad.
A medida que vamos creciendo ganamos confianza y algo de libertad, al mismo tiempo que una armadura que nos protege pero que al igual es fácil de romper. Hemos conseguido algo, ser más resistentes, pero no es suficiente. En la primaria, conocemos a niños más mayores y que por lo tanto saben más donde atacar y como defenderse. Algúno quizás se acuerde de esa rivalidad entre el curso inferior contra el mayor, en el que principalmente salían ganando los mayores, aunque nosotros tampoco perdíamos del todo ya que aprendíamos más a como defendernos. Aprendíamos de nuestros enemigos.
Poco a poco vamos entrando en la pubertad, esa gran etapa de nuestra vida donde no sabemos donde tenemos la cabeza. Ya por fin tenemos algo más, tenemos una armadura buen hecha pero echa de la misma forma que nuestro querido personaje literario Don Quijote de la Mancha. Es completamente normal, entramos en una fase de nuestra vida donde tenemos que saber quienes somos, partiendo de las figuras con las cuales nos sentimos más identificados. Gran problema, ya no somos un solido grupo que aprende por igual, ahora nos dividimos en etiquetas: los que les gusta bailar, los más gamberros, los listillos, los payasos, los artistas, los frikis, los gamers, los informáticos, y muchos más. Pero al inicio de nuestro camino, siempre existirán 4 grupos principales:  los chachis de la muerte (aquellos que lo hacen todo bien y que son los que más llaman la atención), los adelantados (no es estudios, sino en la imitación de algunas acciones más adultas: fiestas, maquillaje, bebidas,etc.), los normales (que ni van muy rápido ni muy despacio en cuestión de definir su personalidad) y los excluidos (son diferentes y no van acorde con ninguno de los otros grupos y por lo cual su evolución sera más lenta).  Al estar divididos, ya no sabemos con exactitud lo que vemos y ponemos más en creencia a lo que dicen nuestras palabras que a las del resto, como si todo lo que vieramos creyésemos que es real sin más, en vez de razonar.
Vaya, vaya, vaya, que os parece ahora tenemos una buena armadura. Ya tenemos la cabeza en su sitio y por fin podemos razonar y tratar sin problema algunos asuntos sociales. Y comenzamos a formar parte de un  grupo que tenga una personalidad similar a la nuestra. Volvemos a estar en un grupo, a lo mejor no estáis tanto tiempo juntos, pero intercambiáis vuestras experiencias y conocimientos.  Ahora ya conocemos  sabemos controlarnos hasta un cierto punto.
Hasta ese estado la mayoría de la gente suele llegar, otros prefieren quedarse actuar como si fueran Don Quijote de la Mancha pero con un armadura señorial o al revés. En todo caso hay un último nivel que solo unos pocos pueden llegar, peor que para ello tendrán que hacer un último sacrificio que causara un desgarro y una curación en el alma del guerrero. Solo pueden alcanzar este nivel aquellos que tengas una fuerza espiritual muy alta, es decir, personas que saben superar las adversidades y poder arreglar los desperfectos sin problemas. Esas personas habrán logrado no solo una armadura más fuerte, sino que habrán logrado convertirse en ángeles. Es decir, un guerrero que lucha sin más no llegara muy lejos, debe también luchar porque quiere restablecer la paz y que hayan los menos heridos posibles. Al mismo tiempo que sabe como tratar y que pasos dar en cualquier guerra que este. Este ser tendrá la fuerza de poder comprometerse con todo el mundo, al igual que defender la de los males. No solo velara por sí, también por los demás y buscara la ayuda en los suyos. Este ser existe, solo uno tiene que saber auto-controlarse y como actuar en cada momento.

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